Película “Belén”: cuando el arte es opacado por la política

Lamento que en una producción de alta calidad como lo es “Belén” (porque sí, creo que está muy bien lograda), se vean opacados los aspectos filmográficos, se omita la faceta artística y se reduzca el resultado (que podría ser aplaudido por diversas razones) a una mirada meramente ideológica, transformando todo el proyecto en un objetivo politizador.

Argentina07 de noviembre de 2025Augusto MontamatAugusto Montamat
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El finde fui con mi novia al cine a ver una película argentina, con toda la expectativa que eso genera, porque uno siempre les pone fichas a las producciones locales y desea que estén buenas y les vaya bien (primero argentino, el orgullo patriota siempre presente). Y la verdad es que me gustó, y mucho. A pesar de que la temática no era de mis preferidas (aclaro que entré a la sala sin tener idea de lo que iba a ver), supe reconocer el valor artístico, pero también social y hasta (si me empujan un poco más) histórico. La puntué con un 7.5 de 10 estrellas en mi calificador personal, un gran puntaje para lo exigente que soy con el cine (tengo unos gustos muy particulares).

La temática polémica y mi disfrute al salir de la sala hicieron que me diga a mí mismo “voy a hablar sobre “Belén”. Para preparar el bloque hice la tarea: me puse a investigar en internet, leí notas y artículos, vi entrevistas… y me costó muchísimo encontrar información que sea valiosa a nivel artístico, o críticas de cine que hablaran sobre: posicionamientos de cámara, dirección de fotografía, inspiraciones en el mundo audiovisual para la directora, data sobre la escritura del guion o cualquier texto que incluyera lenguaje cinematográfico. Es el tipo de contenido que un cinéfilo como yo busca cuando termina de ver una película que le gustó o resultó interesante. Es lo que hago siempre, y seguro lo hacen muchos más. Pero, lamentablemente, no encontré nada de eso, sino más bien contenido como (y esta es una cita textual, eh?):

Los feminicidios no paran. La violencia de género existe. El Estado tiene que dar respuesta. Vamos a seguir reclamando. Ni una menos.

Cuando leo cosas como éstas, no puedo más que preguntarme: ¡¿qué carajos tiene que ver esto con la trama de la película?! ¿Tanta necesidad tienen siempre de mezclar absolutamente todo? ¿No pueden aguantarse las ganas de armar una ensalada de politiquería barata? No entiendo cómo no se dan cuenta que, si meten en la misma olla 40 banderas de lucha distintas y las revuelven como a un guiso, el resultado termina siendo una masa amorfa sin identidad ni distinción, que pierde fuerza de tracción y sentido de pertenencia para sus propios militantes, y más aún para conseguir nuevos adeptos. Incluso en las secciones culturales de importantes diarios que informaban sobre las nominaciones y premiaciones que el filme había tenido en diferentes festivales (ni siquiera me refiero al zurderío de Página 12, de donde son esperables estas formas de hacer noticias; te estoy hablando de, por ejemplo, La Nación e Infobae), de lo único que hablaban era de la cuestión ideológica, de lo que significaba la cinta para el movimiento feminista actualmente, de lo que significó el caso real para la consecuente legalización del aborto en Argentina, y de cómo los integrantes del proyecto (principalmente las actrices) se sintieron interpeladas por ser mujeres y sentirse representadas por el alto contenido político del filme.

Me llena de orgullo y felicidad haber tenido la oportunidad de interpretar a Belén, que fue un hecho bisagra para la discusión de la legalización del aborto.

Esto decía una de las tantas citas de la actriz Camila Pláate en las diferentes notas que leí intentando escribir mi crítica. Y está perfecto que te llene de orgullo tu interpretación, por la razón que vos quieras, pero ¿realmente es lo único que tenía para rescatar de la experiencia, a tal punto de solamente hablar de eso? Capaz estoy exagerando, no lo sé, creo que no.

Lamento que en una producción de alta calidad como lo es “Belén” (porque sí, creo que está muy bien lograda), se vean opacados los aspectos filmográficos, se omita la faceta artística y se reduzca el resultado (que podría ser aplaudido por diversas razones) a una mirada meramente ideológica, transformando todo el proyecto en un objetivo politizador, es decir, con el único objetivo de bajar línea política. Y es que a la directora, escritora y protagonista Dolores Fonzi no le interesa siquiera simularlo, afirmando que (y cito):

Más allá del aspecto humano, esta es una película política.

Creo que, al hacer esto, un poco se borra con el codo lo escrito con la mano (que, repito, para mí, era bueno). Porque una película, por la naturaleza de sus limitaciones técnicas, no puede mostrarte absolutamente todo lo que su autor siente, por lo que éste tiene que limitar el contenido que va a mostrar y elegir qué mirada va a compartir con el público y cuál no. En este sentido, mientras más lugar ocupe el aspecto político, más se desplaza la riqueza creativa de un filme y menor valor artístico cobra (salvando, por supuesto, excepciones únicas de grandes genios del cine que han sabido equilibrar con maestría estos dos elementos, y que por eso han logrado trascender en la historia del séptimo arte).

Al parecer, esto de resignar calidad técnica y estética a cambio de doctrina política, es un precio que, hoy en día, muchos están dispuestos a pagar, pues cada vez vale menos crear contenido de calidad (si total se premia en base a qué tan políticamente correcto es el discurso), y cada vez importa más asegurar las ganancias, porque, permítanme dudar de las convicciones de los realizadores (que no nos olvidemos que son productores, empresarios, multimillonarios todos), y permítanme también pensar que el marketing político sólo es utilizado para financiar el proyecto y asegurar las ventas de entradas a un núcleo duro de asistentes fanatizados con la causa que escenifican.

También hay algo de tratar de tonto al espectador. Particularmente en este caso, no sé si tanto la película en sí, porque, en el sentido que venimos manejando, si bien coqueteó con la cuestión panfletaria y por momentos bordeó lo grosero (como cuando termina, que pasa fotografías de marchas pro aborto, en un intento barato de apelar al sentimentalismo y la nostalgia de las militantes y activistas), en general se manejó de manera prolija y se mantuvo decente, y esto es aplaudible para la directora. Más bien me refiero a los medios de comunicación, que levantan notas o artículos referidos a la película y de lo único que se ocupan es de politizar la obra con una dirección claramente marcada e intentar convencer al lector de que esa dirección es la correcta. Habiendo sido la cuestión del aborto un tema que colapsó todos los espacios de la sociedad, seguir insistiendo con esto y de manera tan burda y directa sólo genera una reacción del otro lado de la que parecen no aprender los defensores de estas banderas. Me refiero a reacciones como, desde lo más básico, perder audiencia en los cines o recibir críticas de algunos opositores más fanáticos en twitter, hasta lo más amplio, como perder credibilidad y apoyo en algunas causas nobles (como grupos de contención de mujeres víctimas de violencia) e incluso hasta incidir en decisiones más trascendentales como el voto presidencial (sí, sé que suena exagerado, pero créanme que todo suma, cada granito se va acumulando). Todo debido al discurso radicalizado.

Cuando uno busca leer sobre cine, e ingresa en la web a una nota cuyo título dice hablar sobre determinada película, se espera que el contenido de la nota se corresponda con lo que tal titular dice abordar. Pero cuando, en cambio, me encuentro con puros mensajes y citas ideológicas (tanto desde la postura de los periodistas como de los protagonistas de la película), y en ningún momento se habla o menciona el lado cinematográfico como la producción, filmación o aspectos creativos, me siento engañado. Es como cuando te aparecen esas publicidades de “ganaste un millón de dólares, haga clic aquí para cobrar el premio”.

Dice Dolores Fonzi:

Estas cosas les pasan a las pobres, juguete descartable de este gobierno nacional.

Lo dice intentando trazar un paralelismo forzadísimo entre el actual gobierno y la trama del largometraje, que se desenvuelve en 2014, año en el que justamente gobernaban los políticos que ella apoya y por lo tanto nunca se anima a siquiera nombrar. Oh, casualidad. Este tipo de comentarios es el que devela la hipocresía de un grupo de “hacedores de la cultura” con una mirada parcial siempre apuntando a los mismos, sin importar la culpa o razón que tengan los señalados. Más adelante, vuelve a declarar algo similar, insistiendo bobamente con su narrativa torpe contra la administración presidencial, como si lo que dice fuese algo nuevo que no hemos escuchado ya mil veces, y que ha sido desmentido mil y una:

Aunque intenten matar a la cultura, seguimos dando a conocer nuestro cine en todo el mundo.

Estos gerentes de la desinformación que redactan estos artículos y que se hacen llamar periodistas, tienen que entender que ya no se convence a la gente de la misma manera que hace 30 años. Hoy hay muchos canales de información, surgiendo todos los días, que terminan dando a la gente lo que la gente quiere. Y el público, si le mentís en la cara, se irá desplazando en búsqueda de aquello que quiere, no se va a seguir aguantando todas estas lecciones de moral que no le interesa y que tampoco coinciden necesariamente con su escala de valores. Antes, puede ser, pero porque no le quedaba otra, veía televisión y cuando tocaba publicidad te la tenías que bancar, ahora las posibilidades son infinitas.

Otra cita más, esta vez de Soledad Deza, la abogada en la vida real que es interpretada por Fonzi, y que hoy forma parte del elenco que asiste a los eventos de premiaciones al que es invitado:

Como quienes defendemos el derecho al aborto nos importa la vida de las mujeres, queremos pedir justicia para Brenda, para Lara y para Morena. Tres adolescentes que murieron en un femicidio.

Ella se refiere al triple crimen ocurrido hace poco en provincia de Buenos Aires que involucra al narcotráfico. De nuevo las mismas preguntas: ¿Qué tiene que ver este suceso con la presentación de una película en un certamen? ¿Tan poca capacidad de resistencia van a tener, que no pueden contenerse ni unos minutos sin revolver todo el contenido político de los últimos meses para sacar una conclusión ultra-mega sesgada? ¿van a aprovechar cada minúscula oportunidad para pegarle a la actual gestión nacional, siendo que, para colmo, el crimen mencionado ocurrió en jurisdicción peronista? Estas personas, cuyas vidas son un combate constante, aprovechan cada pequeña ocasión en los diferentes ámbitos de su cotidianeidad para buscar insertar en las cabezas de los demás su microchip ideológico, porque hacen de sus banderas políticas luchas que no pueden separar de sus relaciones personales ni laborales.

La última cita, y les prometo que ya termino:

Interpretar este personaje es repensar la historia, y eso fue una gran responsabilidad y entrega hacia la película” (Camila Pláate).

La frase “repensar la historia” no es inocente: es una referencia a esa “deconstrucción de la realidad” de la que se habla hoy en día y que tanto promueve la izquierda, solo que con otra palabra. Buscar modificar nuestra concepción del pasado intentando reemplazar un relato por otro que quede más cómodo al estatus quo es un recurso típico de este estrato político, y el kirchnerismo lo hizo durante sus años en el poder a través de los medios, las instituciones educativas e incluso las leyes, imponiendo un modelo sesgado de “memoria”, persiguiendo y calumniando a quienes no eran funcionales al relato oficial y robando miles de millones de pesos en nombre de la “verdad”. Pareciera que el microclima de la cultura todavía no entiende que el pueblo se manifiesta constantemente en contra de esas modalidades y esas maneras de pensar y hacer la historia, y lo ha demostrado una vez más en las urnas.

Yo hoy quisiera estar hablando de una película, pero me veo en la obligación de usar mi bloque para transmitir mi sentimiento de impotencia ante la imposibilidad de encontrar un medio fidedigno que transmita, desde un lugar de conocimiento autorizado, una verdadera crítica del largometraje, basada en sus aspectos fílmicos, y no puro intento de adoctrinar o, en el peor de los casos, comercializar un movimiento de lucha. Denuncio un estado de crisis absoluta, por un lado, de los festivales y premiaciones que eligen a sus ganadores de acuerdo a cupos raciales y de género y no al que debería ser el único medidor, que es la excelencia cinematográfica; por otro lado, a los medios de comunicación, que generan un contenido mediocre, falto de sustancia y con la única finalidad de llamar la atención con titulares engañosos y generar visitas en las plataformas digitales; y por último, a los realizadores de arte en general y cine en particular, que venden su alma con tal de engrandecer sus egos y ser reconocidos más allá de sus propias obras.

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* “Belén” acaba de ganar el premio a la mejor actriz de reparto en el Festival de San Sebastián. La película ya había conquistado el premio del público en Biarritz, Francia. También fue seleccionada por la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de nuestro país para competir en los Premios Oscar de 2026 en la categoría “mejor película internacional” y en los Premios Goya, dejando afuera de la carrera a “Homo Argentum”.

Este artículo es una publicación transcrita del bloque sobre cine incluido en el programa de streaming “Cuando el arte ataca”, transmitido por KreonTV .

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